«Al final, son tres las cosas que importan, cómo hemos vivido, cómo hemos amado y cómo hemos aprendido a dejar ir». - Jack Kornfield

El mindfulness, también conocido como conciencia o atención plena, consiste en ser y estar consciente en el momento presente, buscando comprender qué es lo que ocurre en el aquí y en el ahora, desde una actitud curiosa, abierta y siempre positiva.

Sin duda, es una herramienta indispensable a la hora de gestionar nuestro día a día, nuestras emociones así como las relaciones que tenemos con los demás.

Esta técnica oriental de meditación introducida por Jon Kabat-Zinn parece tener numerosos beneficios a nivel físico y mental, teniendo como principal objetivo la reducción del estrés a través de la atención en la respiración para centrarse en el presente, tomando así cierta distancia con respecto a ciertos pensamientos y emociones para poder observarlos pero sin reaccionar inmediatamente.

Como te podrás imaginar, son muchos los adultos que practican este tipo de técnica, pero también se ha observado que el mindfulness ofrece muchos beneficios también en los más pequeños. De hecho, en algunos países se ofrece como terapia en el caso de los niños que padecen trastornos como el TDAH, ansiedad o depresión.

Si te interesa que tus hijos realicen actividades de mindfulness, sigue leyendo...

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Vamos

¿Qué beneficios ofrece el mindfulness a los más pequeños?

Son muchas las familias que han interiorizado la importancia del mindfulness, tanto que lo practican en sus casas, puesto que mejora las relaciones entre padres y hermanos, al ser una técnica que modifica el comportamiento y que enseña a no reaccionar de manera irreflexiva ante cualquier situación.

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¿Quieres disfrutar de las ventajas que ofrece el mindfulness para tu familia?

De este modo, la atención plena les permitirá a los niños desarrollar la conciencia de sus experiencias internas y externas y ser capaces así de entender cómo las emociones se manifiestan en sus cuerpos, además de ofrecerles herramientas para el control de los impulsos.

Por supuesto, esta técnica no es que sea el remedio a todos nuestros problemas, pero sí una herramienta que nos pueden ofrecer múltiples beneficios:

  • Disminución del estrés y de la ansiedad.
  • Mejora de la atención.
  • Meditación ante la toma de decisiones.
  • Aumento de la empatía.
  • Reducción de los conflictos.
  • Contribuye al autoconocimiento.
  • Incremento de la escucha activa.
  • Facilita la consecución de metas y objetivos.
  • Mejora de las habilidades sociales.
  • Aprendizaje de técnicas para relajarse en momentos de tensión o ansiedad.
  • Mejora de la regulación cardiovascular y neurológica.
  • Ayuda a la gestión de conflictos.
  • Mejora de la capacidad de abstracción, lógica y cálculo.

Por supuesto, los comienzos nunca son fáciles pero si los niños ven que las personas de su entorno practican este tipo de meditación, quizá les resulte más llamativa y se animen a practicarla.

¿Qué actividades de mindfulness existen para los niños?

Dentro de las virtudes de los niños, está la de ser capaces de abstraerse del mundo y adentrarse en su propio mundo. Es habitual que a los niños les cueste concentrarse y que suelan tener cierta falta de atención, ya que están sometidos a numerosos estímulos y a un ritmo bastante ajetreado, que les obliga a estar siempre activos sin que lleguen a aburrirse.

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Busca aquellos ejercicios o técnicas que mejor te funcionen con tus niños.

Veamos algunos de los ejercicios que podrás poner en práctica con tus niños a la hora de practicar el mindfulness:

Escuchar sonidos

Por ejemplo, los niños pueden escuchar el sonido de un instrumento que tenga una gran vibración, como una campana. Para poder apreciarlo, deberán mantenerse en silencio para poder dejarse llevar por el sonido y potenciar así la concentración.

Llegará un momento en que serán capaces de apreciar el propio sonido del silencio, tan importante en el mindfulness.

Saltar sin parar

Esta forma de trabajar la gestión emociona en niños y que resulta muy fácil de poner en práctica consiste en que el niño salte en el mismo sitio durante un minuto. Después el niño parará, se pondrá la mano en el pecho para sentir los latidos del corazón y la respiración, y cerrará los ojos. Así será capaz de sentir su respiración y los latidos acelerados, siendo capaces así de ser conscientes de cómo cambia su cuerpo ante determinadas acciones.

Mirarse a los ojos

Este ejercicio de mindfulness, además de ayudarles a desarrollar su atención, está indicado para despertar la empatía y crear vínculos afectivos con hermanos, padres o amigos. La actividad consiste en sentarse en pareja, frente al niño y mirarse a los ojos sin perder el contacto.

Asimismo, se puede aplicar en las escuelas ya que los niños se pueden sentar en corro y el maestro puede empezar a preguntarles uno a uno de qué color tienen los ojos otros compañeros. Así tendrán que ser conscientes del presente y no irse a otros mundos.

Respirar

A la hora de iniciar a los niños en el conocimiento y en la toma de conciencia de la respiración, te dejamos algunos ejercicios que te podrán ser de ayuda.

En primer lugar, para el primer ejercicio, el niño deberá tumbarse boca arriba con su juguete favorito encima de su barriga y centrar su atención en cómo sube y baja su juguete, al ritmo de la respiración. De este modo, será capaz de apreciar cómo se mueve su cuerpo. Esto les servirá si después, cuando crezcan, quieren ir a clases de yoga.

Otro ejercicio que se centra en la respiración es la respiración de la abeja, que consiste en taparse las orejas con los dedos, cerrar los ojos e imitar el sonido de las abejas. Con este ejercicio de control, entrarán en la interiorización y les ayudará a calmar sus ánimos.

Mindfulness para niños
Sin duda, la respiración es un elemento fundamental de la atención plena.

Tomar consciencia de lo que se come

Al igual que en el caso del mindfulness para adultos, ser consciente de lo que se come (mindfulness eating) permite desarrollar una relación placentera con los alimentos.

Para ello, tendrás que comer lentamente, por lo que te sugerimos que utilices una fruta. El niño deberá observarla: el color, la textura y su olor. Después de pelarla y observar sus diferentes texturas, el niño empezará a comerla con los ojos cerrados, mordiéndola y masticándola lentamente para potenciar las sensaciones que se despiertan en el paladar.

Contar un cuento

Existen otras formas de trabajar el mindfulness con los más pequeños y es mediante cuentos.

  • Buenas noches, sueño de Anne Crahay
  • Cierra los ojos, Ona de Raquel Piñero
  • Lecciones de una momia de Begoña Ibarrola
  • Cangrejo y ballena de Mark Pallis y Christinae Kerr
  • Cuentos budistas para ir a dormir de Dharmachari Nagaraja

A modo de ejemplo, te dejamos «El cuento de las orugas» de Gemma Sánchez:

Relajarse antes de dormir

El momento de irse a la cama suele ser un momento ideal para practicar el mindfulness, ya que podemos hacer una relajación guiada para los más pequeños.

Un ejemplo sería el escaneo corporal, en el que con los ojos cerrados, deberán dirigir su atención a las diferentes partes del cuerpo, mientras se tranquilizan y toman conciencia de su cuerpo. Recorrerán los dedos de los pies, los empeines, los tobillos, las rodillas... así de abajo hacia arriba o viceversa.

Son muchas las maneras que existen a través de técnicas, ejercicios, música... de poner en práctica el mindfulness con los más pequeños de la casa. Simplemente se trata de buscar el momento correcto, en una sala sin demasiadas distracciones para que los niños puedan compartir estos ratitos con los padres o hermanos mientras son conscientes de lo que pasa a su alrededor.

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¿Cómo aplicarlo todo en una sesión de mindfulness para niños?

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Una sesión de mindfulness para niños les reportará numerosos beneficios.

Por supuesto, todos estos ejercicios o técnicas que hemos comentado pueden aplicarse en distintos momentos de una sesión con los más pequeños. Por lo general, una sesión de mindfulness para niños puede durar entre veinte y treinta minutos.

En primer lugar, deberemos buscar una posición cómoda para poder estar concentrados. Trataremos de hacer que los niños fijen la atención en algo, por ejemplo, en cómo les late el corazón, si les va rápido, si les va lento, así se irán relajando y centrando.

Puedes poner algo de música relajante para acentuar ese momento de concentración. Si quieres, puedes hacer que el niño se mueva lentamente moviendo distintas partes de su cuerpo, empezando por los pies o por la cabeza y yendo de arriba hacia abajo o de abajo hacia arriba.

A partir de ahí, puedes aplicar algunos de estos ejercicios que hemos comentado: la respiración de la abeja, la meditación de la rana...

Por supuesto, si es su primer día, el niño no alcanzará la concentración plena seguramente, pero poco a poco irá acostumbrándose y cogiéndole el gustillo a las actividades, para aprender así a calmarse, concentrarse y relajarse. A muchos nos pasa en las clases de yoga, por ejemplo, que nos cuesta concentrarnos al principio y relajarnos como nos lo pide el profesor o profesora.

Como decimos, el mindfulness no transformará a tu hijo ni hará que la frustración o el mal humor desaparezcan, pero sí que les servirá como herramienta para gestionar la vida, las relaciones con los demás y sus emociones. ¿Te animas a empezar hoy mismo?

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Elvira Aguilar González

Soy traductora y profesora de inglés, francés y español. Disfruto leyendo y viendo series de televisión cuando el tiempo libre me deja. «Tell me and I forget. Teach me and I remember. Involve me and I learn» - «Dime y lo olvido, enséñame y lo recuerdo, involúcrame y lo aprendo».